Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 18 de mayo de 2017

Del pronóstico al plan y viceversa

Por Pedro Monreal, El Estado como tal.

En años recientes, los planificadores cubanos han sobrestimado la capacidad del plan como instrumento de gestión del crecimiento. En muy raras ocasiones el desempeño real de la economía al finalizar el año iguala o supera el plan inicial de crecimiento. En realidad, casi siempre la expansión del producto Interno Bruto (PIB) se queda por debajo del plan y en ocasiones, como en 2016 y 2009, la diferencia ha sido notable.
El gráfico siguiente ilustra claramente el problema y no requiere mucho comentario. La línea continua de color rojo (crecimiento real del PIB) “normalmente” es inferior a lo planificado (línea azul), algo que se refleja también en la línea discontinua de color rojo (tendencia del crecimiento real del PIB).
Tabla PIB
Nota: Los datos sobre los estimados iniciales de crecimiento del plan no coinciden con los de otros autores. Las fuentes que he utilizado son las siguientes: para 2009 (Ver aquí), 2010 (Ver aquí), 2011 (Ver aquí), 2012 (Ver aquí), 2013 (Ver aquí), 2014 (Ver aquí), 2015 (Ver aquí), y 2016 (Ver aquí). Fuente de los datos de crecimiento real del PIB: http://www.one.cu/aec2015/05%20Cuentas%20Nacionales.pdf
Esto nos recuerda aquello que dijo John Kenneth Galbraith acerca de que “la única función de la Economía es hacer que la astrología luzca como algo respetable”.  Una frase mordaz que es injusta con lo que puede aportar la Economía, pero que es un buen recordatorio para economistas y políticos en cuanto a los pronósticos económicos.
Obviamente la razón de esa limitación es bien conocida. Lo verdaderamente sorprendente es la frecuencia con que no se tiene en cuenta. Una de las explicaciones más sintéticas sobre el tema la ha proporcionado Adam Gordon, un conocido experto en prospectiva y autor de “Future Savvy” un popular libro sobre el tema. Ver aquí.
Dice Gordon: “Existen límites inherentes en la predicción cuantitativa. Esos límites no tienen que ver con la calidad de los datos, ni con la habilidad con la que estos se procesan. Son limites relativos a la utilización de métodos cuantitativos para hacer determinados tipos de investigación. Expresado en términos simples, el pronóstico mediante la modelación de datos y la extrapolación puede ofrecer resultados cuando se aplica a sistemas cerrados y estables, es decir, en situaciones donde es posible hacer supuestos válidos acerca de cuáles variables provocarían determinados resultados, y donde, además, debe tenerse la certeza de que esos supuestos mantendrían su validez durante el periodo que se pronostica. Sin embargo, donde exista la posibilidad de que se produzca la intervención de variables externas y de ‘shocks’, ese tipo de pronostico no tiene sentido. Aplicar la modelación de futuros a sistemas complejos abiertos se ajusta a la descripción del chiste del hombre que de noche busca sus llaves perdidas en una esquina cerca de una farola iluminada y que cuando un policía le pregunta, el hombre le responde que está buscando unas llaves que se le perdieron en el parque. ¿Por qué las busca entonces aquí?, dice el policía, y el hombre le responde que es en esa esquina donde hay luz”.
Siguiendo con ese ejemplo, el reto consistiría en tratar de llevar la luz a los matorrales del parque: “iluminar” el sistema complejo mediante la utilización de métodos adecuados a la investigación de ese tipo de sistemas.
Un detalle interesante, que le confiere un ángulo particular al asunto del pronóstico económico en Cuba, es que, a diferencia de la gran mayoría del mundo donde no existe planificación centralizada, cuando en Cuba se emite oficialmente al finalizar cada año un estimado de PIB para el año siguiente, las autoridades cubanas no están simplemente haciendo una predicción. En otros países, al predecirse una cifra de crecimiento se está informando acerca de cuál pudiera ser el vector resultante del funcionamiento de múltiples factores que interactúan en el mercado sobre los cuales los gobiernos no disponen de medios suficientes para actuar, o muy probablemente es un mercado respecto al que los gobiernos asumen que no debe interferirse mucho.
En Cuba, la situación es distinta. Lo que se anuncia (en el caso del PIB) es el indicador de mayor nivel de agregación del plan.  No es un simple ejercicio de pronosticar sino de planificar. Cada vez que el plan no se cumple, lo que se constata en Cuba no es un incidente del mercado sino un problema con la capacidad real de lo que se asume como un mecanismo central del sistema (el plan). Cuando la discrepancia entre plan y realidad se hace crónica, estando la realidad por debajo del plan, la pregunta entonces sería ¿para qué se necesita un plan que a fin de cuentas aproximadamente ofrece los mismos vaivenes que el mercado?
Tres cosas debo aclarar:
  • No estoy criticando a priori la planificación ni enalteciendo el mercado. Simplemente me hago una pregunta mirando hacia datos que pueden ser observados.
  • Existen muchos factores que convierten en una “misión imposible” hacer un plan anual verosímil en Cuba (al menos en cuanto a ofrecer una cifra precisa de tasa de crecimiento), particularmente porque la economía cubana no es solamente un sistema abierto y complejo sino también uno que es muy vulnerable a factores impredecibles (precios de energía y de otras importaciones, bloqueo económico de EE.UU, inestabilidad económica y política de sus socios comerciales, cambiante entorno internacional, etc.). Sin embargo, lo que habría que preguntarse no es por qué es difícil pronosticar con precisión (la causa de eso se conoce) sino por qué se asume que el plan centralizado es un instrumento “efectivo” para asegurar el desarrollo (ese no es un supuesto autorrealizable).
  • Pudiera decirse que sin un plan “nos iría peor” y ello es aceptable como respuesta en ciertos casos, en particular en lo relativo a asegurar bienes y servicios esenciales para la población pues obviamente eso es algo que se planifica a nivel presupuestario y a nivel de aseguramiento material. Igualmente, algunas decisiones de invertir en determinadas áreas (ciencia y tecnología) estarían apoyadas por un plan que no se basaría en una visión de corto plazo. Todos esos elementos, y otros más, son válidos, pero afirmar –en general- que sin un plan “nos iría peor” requiere aportar una evidencia que usualmente implicaría la utilización de análisis “contra-factual” (una comparación de lo realmente sucedido con lo que hubiese ocurrido en ausencia de la intervención del plan), algo que es una de las “arenas movedizas” más notables del análisis de políticas públicas. No logro identificar ningún análisis “contra-factual” publicado en Cuba sobre la efectividad del plan, pero quizás me equivoco.
Traigo todo a esto a colación porque en los últimos meses el tema del crecimiento económico y del plan han estado presentes en el debate público y no solamente en medios académicos. Ese es el caso de la serie de artículos del Dr. Jose Luis Rodriguez “La Planificación en el Socialismo: su importancia y actualidad para nuestra economía”, publicados en tres entregas, el 29 de septiembre, 17 de octubre,  y 12 de diciembre de 2016 (Ver aquíaquí y aquí); y también de Rodriguez la serie de artículos “La economía cubana 2016-2017. Valoración preliminar”, publicados en cuatro entregas, el 1 de enero, 18 de enero, 26 de enero, y 22 de febrero de 2017 (Ver aquíaquíaquí, y aquí). También pudiera consultarse el artículo publicado por el Dr. Oscar Fernández Estrada en Ekotemas, “Una nueva planificación para la Cuba cercana” (Ver aquí).
Ariel Terrero publicó “Cuando el precio suena…”, en el que cita al Dr. Oscar Fernández Estrada, 24 de febrero de 2017, (Ver aquí), y “De la planificación y otros apuros”, 30 de marzo de 2017, (Ver aquí).
En las últimas semanas se han sumado nuevos artículos al debate sobre el pronóstico del crecimiento económico para 2017 y sobre el plan, en parte debido a la manera críptica en que se divulgó en la prensa oficial lo discutido en un Consejo de Ministros sobre a la marcha de la economía en 2017 y la preparación del plan para 2018. Ver reporte del Consejo de Ministros publicado en Granma el 27 de abril de 2017 aquí.
El Dr. Esteban Morales ha publicado “Un dúo complejo: prensa y gobierno”, 12 de mayo de 2017 (Ver aquí), y el Dr. Pavel Vidal acaba de publicar ayer un interesante artículo “Un cambio de signo en la dependencia cubana al precio del petróleo” en el que considera que es probable que la recesión cubana continúe en 2017. (Ver aquí)
Existe entonces material suficiente para debatir dos temas cruciales como el crecimiento económico y el plan . El primero es importante para el proceso de desarrollo pues sin un crecimiento mayor al 5 por ciento anual no se alcanzaría la meta del desarrollo; y el segundo es cardinal para la “conceptualización” pues en caso de que la práctica permitiese constatar que el plan no es efectivo para la transformación económica y social, habría que repensar la presumida primacía de la planificación centralizada.
La planificación es esencialmente un proceso político, aunque la pericia técnica sea parte del proceso. No estoy diciendo nada nuevo, pero conviene recalcarlo. Concluyo entonces con la invitación a hacer una reflexión que considero que debería ser discutida de manera abierta en Cuba:
  • ¿Se concibe la planificación como parte de un programa de reconstrucción social, o sea como un mecanismo para transformar sustancialmente instituciones, estructuras sociales y prácticas políticas, y que sirva para modificar la manera en que la riqueza y el ingreso se producen y se distribuyen en la Cuba actual? (erradicar la pobreza y corregir la desigualdad).
  • O, ¿se concibe la planificación esencialmente como un proceso “reactivo” para adaptar y ajustar esas instituciones, estructuras y prácticas a las nuevas circunstancias a las que se enfrenta el Estado?
  • ¿Es la planificación vista como un vehículo de transformación social, o como un mecanismo de conservación institucional?
Sugiero tratar de resistir la tentación de ofrecer respuestas “salomónicas” del tipo de que la planificación puede ser concebida como una cosa y como la otra. Esas preguntas necesitan respuestas claras respecto a opciones de la realidad nacional.
No son preguntas retóricas y las respuestas no están en manuales y libros. Deben ser respondidas sobre la base de datos concretos.

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